La última vez que había revisado su reloj fue antes de meterse a trabajar y eso había sido justo después de almuerzo, ya eran como las seis de la tarde y todo comenzaba a oscurecer. En su escritorio le acompañaban una pila de papeles perfectamente ordenados por un lado y por el otro una taza con chocolate caliente, era capaz de vivir felizmente de esa manera, sin que nadie le interrumpiera y pudiera hacer sus obligaciones diarias con tranquilidad.
Le dio un sorbo a lo que quedaba en su taza cuando escuchó el timbre, no hacía mucho le habían visitado otros... Primero fue su hermano, luego Italia y seguido de él, Holanda, este ultimo le había dejado bastante confundido(?) Se levantó de su asiento y pasó a apagar la luz de su oficina, dirigiendose directamente a la puerta principal a abrir.
Bajó un poco la mirada y ahí se encontraba un joven chico, desabrigado pero sin lugar a duda le reconocía -hubieras venido un poco más temprano, te vas a congelar aquí, Dietrich-le sonrió un poco y en una extraña manera de recibir a su sobrino le dejó entrar a la casa.